Hablemos de Toy Story 4 (con spoilers)
Redactado por Jesulink
17 de Julio de 2019 sobre las 17:56
Hacía tiempo que no iba al cine a ver un estreno, pero con Toy Story 4 surgió y me animé para evitar comerme spoilers varios.
Esta película es polémica desde su anuncio. El cierre redondo que nos dejó Toy Story 3 nos hacía dudar del sentido de más entregas. Siendo así, se intuía que esta película iba a dividir a los seguidores de la saga, hicieran lo que hicieran, habría una comunidad “Pro 3” y otra “Pro 4”, y para sorpresa de nadie, así ha sido.
Mi reacción tras el anuncio de Toy Story 4 fue de rechazo. Los tráilers me produjeron interés y finalmente, la película me ha gustado. Y bastante, además.
¿De qué trata la película?
La película comienza con un flashback en casa de Andy que nos cuenta cómo Bo Peep, la cálida y tranquila pastora de porcelana, acabó saliendo de la casa. Woody tiene la oportunidad de irse con ella, pero prefiere quedarse con Andy. Esta secuencia nos hace adivinar rápidamente el final de la película. Esta película no parece querer que nos sorprendamos, pero creo que tiene hasta cierto sentido, como comentaré más adelante.
Tras tres películas, Woody ahora es un juguete de Boonie, pero para nada ocupa el lugar privilegiado al que estaba acostumbrado con Andy y esto le afecta aunque lo disimule por orgullo. A pesar de ello, Woody sigue en su afán de ser fiel a su niña y de velar por ella.
En su primer día de colegio, Boonie fabrica a Forky, una manualidad hecha con un tenedor de plástico. Forky tiene complejo de ser basura y quiere arrojarse a los cubos constantemente. Al convertirse Forky en el nuevo juguete favorito de Boonie, Woody empieza a cuidarlo de forma obsesiva sólo para que ella no pase por el mal trago de perderlo, pero todos sabemos que en el fondo, Woody no lo hace tanto por Boonie, sino por seguir sintiendo que tiene un papel relevante en esa casa.
En un viaje de vacaciones de la familia Anderson, Woody acabará reencontrándose con Bo, que se ha vuelto resuelta y ha fortalecido muchísimo su carácter tras varios años de independencia viviendo como un juguete perdido.
Cuando Woody y Bo se encuentran, lo primero que tenemos es una contrariedad de opiniones en lo que supone ser un juguete perdido. Woody, que nunca ha salido del modelo de vida del juguete al servicio del niño, lo ve como algo negativo, pero Bo, que ya ha construido una vida independiente, lo ve como algo positivo.
Todos conocemos a Woody, con sus virtudes y sus defectos. Sabemos que es un líder que motiva y une al grupo, que es fiel a su niño y que honra el significado de ser un buen juguete. También sabemos que como está acostumbrado a ser el favorito, siente cierta inseguridad cuando su posición se ve amenazada y que a veces es heroico por su propio ego, porque necesita sentirse el cuidador de todos.
En esta película, Forky y Bo actuarán como mecanismos para que Woody se conozca mejor, pueda quedarse en paz consigo mismo y pueda decidir su camino.
Un personaje como Bo era imprescindible para ayudar a Woody en esta crisis. No olvidemos que Bo no es ninguna nueva incorporación, pues siempre perteneció a los juguetes de la casa desde el principio.
Woody tiene la confianza suficiente con Bo para pensar que toda su relación está donde la dejaron, pero Bo ahora es mucho más segura y directa, y ya no ve a Woody como un líder, sino como a un igual, y aunque sigue sintiendo un afecto real por él (si no el final no tendría cabida), ahora tiene valor para ir de frente y dejarle claro a Woody que sus problemas no son los más importantes, que él no es el centro del mundo y que sus ideas no tienen por qué ser siempre las mejores.
De todas las lecciones de humildad que ha recibido el vaquero durante la saga (porque le hacían falta unas cuantas), ésta era la que faltaba y es muy acertado que venga por parte de un personaje que lo conoce por dentro, pero que ahora puede verlo desde fuera.
Después del perfecto final de Toy Story 3 uno va preocupado, pensando que se tomen esta película como un simple “y los personaje siguieron haciendo cosas”, pero siendo justos, los ingredientes fundamentales de una película de Toy Story están presentes: hay comedia, hay escenas “oscuras” con juguetes que dan miedo, y hay nuevas reflexiones sobre la perspectiva de un juguete.
Las escenas de la muñeca Gabby, queriendo la caja de voz de Woody, me parecieron deliciosamente oscuras. La primera tensión en el trayecto en carro y por supuesto, la negociación de Forky a cambio de la voz de Woody, y de cómo a pesar del tremendo chantaje que la tipa le planta al vaquero, éste empatiza con su trauma y decide ayudarla a conseguir lo que busca.
Sí que veo ciertos riesgos, como haberle dado a Buzz un papel excesivamente cómico (que podrá no gustarle a algunos si luego tiene que venir el drama) o dejar un poco de lado a la tropa de juguetes de Andy, pero claro, esto era un poco un callejón sin salida, porque si dejamos de lado al grupo mal, pero si no, al final estamos contando un poco lo mismo de siempre o saturando el elenco de personajes sin dar espacio a unos secundarios nuevos, que a fin de cuentas son la clave para crear un clima único.
Pero como siempre, tenemos mucha comedia, algo de oscuridad y aventurillas jugueteras. Y lo digo en el buen sentido, no como diciendo que es más de lo mismo, creo que la película ha recibido el cariño que merecía.
Al final de la película, Woody acepta que su lugar en casa de Boonie no es el mismo que ocupaba en casa de Andy, y decide empezar una nueva vida junto a Bo.
Ese momento es sutil. No hay fuegos artificiales cuando Woody y Buzz se despiden. No hay una terrorífica escena donde todos están a punto de morir. No hay violines con barcos hundiéndose. No hay lágrimas. No hay explosiones. No hay sorpresas. No hay flashbacks emotivos.
Hay aceptación. Y ya.
Y todo esto es coherente. Un final emotivo para Toy Story 3, que nos transporta a nuestra infancia y a los momentos en los que nos cuesta desprendernos por primera vez nuestro pasado en nuestro primer paso hacia la madurez... y un final comedido para Toy Story 4, en el que aceptamos lo inevitable, y que siendo probablemente más triste que el final de la tercera, en lugar de hacernos llorar, nos hace levantarnos de la silla con una sonrisa y pensando que todo va a estar bien.
Toy Story 3 habla de lo difícil que es desprenderse de algo por primera vez y Toy Story 4 habla de lo fácil que es hacerlo de ahí en adelante. Al menos así lo he entendido yo.
Esta película nos lleva más allá de un final y lo sabe. Es lo que hay después del “y vivieron felices y comieron perdices”, porque la vida sigue hasta el infinito y más allá, y justamente de eso habla, de cómo no podemos enfrascarnos en los finales perfectos, ni aferrarnos a la nostalgia, y de la valentía que necesitamos para conocernos a nosotros mismos y emprender nuevos caminos, sobre todo cuando vemos que nos estamos esforzando demasiado en forzar un sistema que ya no nos llena.
De hecho parece un mensaje a todos los niveles, muy adecuado para esta obra, para Woody, para Toy Story, para Pixar y hasta para los propios fans de la saga.
Bonus: O puede que hayan hecho esto para empezar otra trilogía (xD).
Bonus 2: Mi final para Toy Story 5 (o 6). Después de toda una nueva vida como juguete independiente Woody acaba prácticamente roto, con sus amigos desaparecidos y vacío. Es adoptado por un niño, que lo arregla y le devuelve a su origen, siendo otra vez, el juguete favorito de alguien. Y ese niño resulto ser nada más y nada menos que el mismísimo nieto de Andy (y Albert Einstein).