Mi extraña historia de amor con los videojuegos
Redactado por Jesulink
25 de Junio de 2015 sobre las 20:02
Hace ya casi tres meses que no escribo en mi sección de blog personal y hoy os traigo una entrada bastante... eso, personal. En los últimos meses he estado pensando bastante en cómo ha ido evolucionando mi relación con el mundo de los videojuegos y como sé que aquí sois tan apasionados de este mundo como yo, estoy seguro de que este pequeño texto os inspirará a contar vuestras historias.
La historia es algo larga, pero creo que la vais a disfrutar.
Además, hace semanas que no os escribo ninguna historia real o ficticia, qué demonios.
La primera consola que tuve de mi propiedad fue una Master System II, que un tío mío me compró con bastante esfuerzo (no tenía dinero para una Super Nintendo, que era la que yo quería). Admiraba a Mario por lo que había leído en revistas y por haber jugado a las NES que algunos amigos que me prestaban de vez en cuando y a sus SNES, claro. Eh, que gracias a eso desperté un gran amor por Sonic, y eso no me lo quita nadie.
Gracias a esas NES prestadas y a una Game boy que pude pagar a medias con mis ahorros pude descubrir Zelda, la saga que más me ha marcado. Aprendí inglés jugando de niño a sus primeros juegos gracias a un diccionario inglés-español que me costó 100 pesetas.
Me encantaba jugar y tengo que admitirlo, era todo un adicto. Me encantaba perderme en los juegos durante horas y siempre he sido un jugador muy explorador. Me gustaba pararme en cada detalle, dominar todo lo dominable en cada juego y compartir con mis amigos hasta la curiosidad más remota sobre nuestros títulos favoritos.
Cuando llegué a la adolescencia, tras el anuncio de la Nintendo 64, y Super Mario 64, sentí la llamada. ¿Habéis oído la expresión de "la cabra tira al monte"? Al final todo ser acabará en su destino, por unas o por otras.
Yo tenía que conseguir una consola de Nintendo de nueva generación, y así lo hice. No os voy a contar los esfuerzos que tuvo que hacer el Jesulink preadolescente para hacerse con una Nintendo 64 porque un chaval de hoy en día se traumatizaría, pero sudé mucho y la conseguí. La Nintendo 64 cayó en mis manos y por fin podía compartir impresiones de primera mano con gente mayor que tenía más dinero que yo y más conocimientos sobre tecnología.
En aquel momento estábamos comenzando a tener Internet como aquel que dice, así que las revistas seguían siendo, al menos en mi pueblo, la principal fuente de información. Me las leía todas y muy a fondo, creedme. Las coleccionaba con cariño y participaba en todos los concursos que podía. Jugaba a todos los juegos que podía. Ahorraba cuanto podía para comprar mis "must have" cada no sé cuántos meses. Yo no tenía mucho dinero, así que tenía que valerme de mi ingenio para que los chicos ricos de mi instituto me vendieran insultantemente baratos sus geniales juegos que ellos no valoraban porque tenían demasiados (lo admito, era un poco como Chisp, pero era muy joven y yo quería jugar xD). Ellos los acumulaban y no los usaban, no os preocupéis por eso.
Así conseguí una gran colección de juegos de Nintendo 64 por posiblemente un 25% de su valor de mercado. Exprimía todos los juegos y analizaba sus gráficos, sus diálogos, sus mecánicas, sus secretos...
Con mi trayectoria, lo tenía bastante claro.
Yo tenía que trabajar en el mundo de los videojuegos.
Pero tal vez no era más que un sueño estúpido de adolescente.
¿Tenéis en vuestro grupo a ese amigo que se conoce todos los juegos, que siempre gana todas las partidas, que se sabe todas las curiosidades sobre el mundillo, sobre la industria, que se sabe todas las puntuaciones que le han puesto a todos los juegos y que, en definitiva, es el mega friki gamer? Pues ése era yo, señores.
Lo era, en pasado.
También estaba enganchado a dibujar cómics, esa historia ya la conocéis de sobra. Hice mi primer cómic largo a los 12 años (tenía más de 200 páginas). Inventé varias historias en el instituto, pero pude dibujar una que tuvo más de 500 páginas. También era un apasionado del mundo de los cómics, el cine de animación... también soñaba con dedicarme a ello algún día.
Aunque también sería un sueño estúpido...
O tal vez no.
Cuando iba a entrar en la universidad tuve que tomar la complicada decisión a la que se someten todos los jóvenes que terminan las pruebas de acceso. Los que acabéis de pasar por ello este año lo comprenderéis.
¿Qué carrera estudiar? Demasiadas pasiones diferentes como para decidirme por una y demasiada gente dando por saco a mi alrededor para que no escogiera Bellas Artes. Yo quería estudiar Bellas Artes para mejorar mi técnica de dibujo (ya veis que me hace falta xD), joder, no era pedir tanto (xD).
Por cosas varias, mis profesores junto y mis padres me empujaron "amablemente" a optar por una ingeniería. Nadie quería que hiciera Bellas Artes. También me insistían en
que me olvidara de los cómics como profesión y que me lo quedara como un simple hobby. Seguro que más de uno os sentís identificados con esto... Yo soy de los que cedío sin rechistar para contentar a los demás (no voy a mentir, es lo que hice). Entré en la facultad para estudiar una ingeniería.
También me gustaban las matemáticas y la física, no es que fuera a ser una tortura, pero yo quería mejorar mi técnica de dibujo, os lo estoy diciendo.
Escogí ingeniería informática. Era mi as en la manga. Si no podía dibujar, tal vez podía convertirme en programador y... hacer videojuegos.
Uno de mis objetivos a largo plazo al estudiar ingeniería informática era trabajar en el mundo de los videojuegos, así que seguí en mi línea de súper friki. Combiné mi afición nintendera exprimiendo a tope mi Game Cube, con roces ocasionales con juegos de PC y Playstation, y seguí devorando información sobre la industria como el que más.
Hasta comencé algunos planes con compañeros para hacer videojuegos al terminar la carrera. Hicimos algunos diseños bastante avanzados...
Y ahora viene lo curioso. Cuando avanzaba en mi carrera los estudios se complicaban y un buen amigo, al ver que tenía tantas aficiones (dibujar cómics, videojuegos, animaciones, la informática en sí y otras secretas) me hizo una pregunta que fue clave en mi vida. Me dijo: "Jesús, cuando crezcas más y ya no tengas tiempo para todo, ¿qué vas a quitar de tu vida?"
Me dio un escalofrío.
No me había planteado la posibilidad de tener que quitar cosas de mi vida.
Le respondí que lo que nunca quitaría de mi vida son los videojuegos. Lo respondí con total seguridad.
Y curiosamente, los acabé quitando.
En 2005 se me ocurrió dibujar un cómic llamado Raruto, lo subí a un blog y de la noche a la mañana comencé una extraña "carrera" como ¿dibujante de cómics? que hoy dura. Esa historia sí que la conocéis, je, je.
La vida me dio un zas en toda la boca. La cabra tira al monte... claro, ahora lo entendía. Me alejé del mundo de las artes para dedicarme al mundo de las ciencias, pero al final acabé haciendo cómics. Y no sólo eso, lo peor es que la gente se los quería leer, así que no podía dejarlo. Incluso sin haber pulido mi técnica de dibujo la gente se leía mis cómics. Joder, es que no me dieron tiempo a estudiar bien y yo ya haciendo viñetas... hay que ver.
Y así fue como poco a poco, Jesulink fue concentrándose tanto en sus cómics que acabó por dejar de lado los videojuegos. Completamente.
Y sabéis que este proyecto, el que comparto con vosotros, ha sido mi forma de vida desde hace muchos años. Le decido mucho tiempo (todo el tiempo xD) y con el mayor de los gustos.
Pero creo que hubo una época bastante larga en la que ni jugaba a juegos, ni me enteraba de nada de lo que pasaba en la industria. Hace años que no tengo tiempo para jugar a un videojuego a fondo, porque estoy plenamente entregado a mis trabajos y a mis hijas.
Y joder, lo echaba mucho de menos.
¿Tan difícil era aunque fuera sacar un par de horas a la semana para echar unas partidas a algo? Pues así me lo propuse.
Creo que por eso inventé Kofi.
Quería crear un proyecto divertido que me obligara a volver al mundo de los videojuegos, que me obligara a volver a indagar, a buscar, a jugar, a nutrirme de datos, a disfrutar jugando. Y se lo tengo que agradecer mucho, porque de hecho, lo está consiguiendo.
Ahora, gracias a Kofi, se nos han abierto puertas interesantes. Nuestro estudio "no nacido", Loftur games, está en marcha. Si todo sale bien, haremos juegos variados y podremos aprovechar los universos que ya he diseñado, disponiendo de montones de personajes y entornos.
En estos momentos hacer Kofi implica para mí tareas de lo más variadas. Hago animación, diseño de personajes, investigo sobre videojuegos... decido algún rato a la semana a indagar en el universo de los videojuegos indie, ¡me encanta! Descubro maravillas, tengo mi modesta colección de juegos de PC, a los que no juego casi nada por falta de tiempo, pero me da igual. Me he ido poniendo al día en las noticias sobre la industria, y en definitiva siento que estoy volviendo.
Ahora lo quiero todo. Quiero escribir mis cómics y también quiero hacer videojuegos.
Y espero conseguirlo.
Haré todo lo que esté en mi mano.
Así es como los videojuegos han vuelto a mí, como un bumerán.
Y es que amigos, da igual lo que intenten las otras fuerzas de la naturaleza por activa o por pasiva. Nada puede alejar de vuestra vida aquello que os apasiona porque la cabra... tira al monte.